La transición energética es esencial para gestionar la actual emergencia climática, y las empresas de energía desempeñan un papel clave en este proceso. Conscientes de ello, en EDP han querido tomar las riendas para liderar la descarbonización.
La humanidad afronta un reto sin precedentes y es imperativo emprender las acciones necesarias para consolidar un futuro confortable para la vida. El incremento de la temperatura media del planeta, la superpoblación y las migraciones humanas, el aumento incesante de la demanda energética, la pérdida de biodiversidad, la contaminación, los residuos y la sobreexplotación de los recursos son algunos de los problemas más importantes que debemos revertir.
La gran transformación que hay que llevar a cabo debe asentarse sobre un pilar central: cambiar la relación tóxica que tenemos con el planeta por otra que anteponga la conservación de los ecosistemas y la salud planetaria a este desarrollo económico sin freno que nos ha colocado en la actual encrucijada. En la base de este cambio de paradigma se halla la transición energética: el cambio hacia un modelo energético limpio y descarbonizado.
Catalizando el poder del viento, del sol y del agua, la finalidad es crear una nueva energía más verde y más compartida entre todos, explotando el potencial que tienen la innovación y la descarbonización como motores de cambio. Ejemplos de ello son la construcción de una planta solar flotante en el embalse portugués de Alqueva, el mayor embalse de Europa occidental, y la puesta en marcha de iniciativas punteras como son el proyecto eólico marino flotante WindFloat Atlantic y diversos proyectos piloto de almacenamiento de energía eólica y solar, todos en Portugal. Además, en la región lusa de Ribatejo EDP está desarrollando una planta piloto para producir hidrógeno verde, un proyecto transformador que puede ser clave para «reverdecer» sectores donde la electrificación es difícil de implementar, como la industria pesada, el transporte aéreo y la navegación.
La colosal misión que se ha propuesto EDP abarca otras muchas iniciativas, todas basadas en los tres pilares principales de su estrategia: sostenibilidad, globalización e inversiones socialmente responsables. En ese marco, han apostado por democratizar el acceso a la energía creando barrios solares abastecidos con instalaciones de autoconsumo. El primero de ellos, que estará operativo este otoño, se ha erigido en Zaragoza en colaboración con el Ayuntamiento de la ciudad y la Fundación ECODES, una interesante iniciativa que permitirá el autoconsumo compartido de energía a través de la instalación de plantas fotovoltaicas en edificios comunitarios del barrio. EDP también impulsa de forma notable, a través de su Fundación, proyectos que promocionan el talento, la educación y la cultura, tanto artísticos como deportivos. Entre estos últimos está «Surf for Tomorrow», un programa que promociona a cinco jóvenes y talentosos surfistas entre los que figuran los hermanos Hans y Kai Odriozola, españoles.
Sin duda el reto en ciernes reclama que nos volvamos más sabios y más resilientes, y «globales, ágiles y eficientes», añaden desde EDP. «El desafío global que representa el cambio climático requiere un cambio de mentalidad y una gran ambición –añade Stilwell d’Andrade–. No se trata solo de impulsar a las comunidades, sino de empoderar a la sociedad para que pueda vivir de forma más sostenible». Y aunque, como señalan, conseguir un planeta más sostenible es cosa de todos, saben que obviamente las empresas energéticas tienen un papel fundamental que desempeñar.
¿Cambiamos el mundo juntos? Hagámoslo. Es ahora o nunca, afirman desde esta compañía.